LECTURAS | “Pep Guardiola: La Metamorfosis”, de Martí Perarnau

01/04/2017 - 12:04 am

Crónica de los últimos dos años de Guardiola en el Bayern de Múnich, basada en datos, citas o entrevistas que componen un meticuloso retrato del ahora entrenador del Manchester City. Una pieza singular en el universo de los libros de fútbol, por Martí Perarnau, autor del bestseller internacional Herr Pep

Ciudad de México, 2 de abril (SinEmbargo).- Guardiola ha vivido en Alemania una metamorfosis que le ha cambiado en numerosos aspectos. Si bien conserva los atributos fundamentales de su fútbol (el juego de posición como modelo y la competitividad insaciable como motor), ha incorporado nuevos rasgos aportados por la experiencia en Múnich.

Investido por el atrevimiento del propio Guardiola, Martí Perarnau propone una narración “libre”, que igual fluye del presente al pasado, que se detiene en reflexiones, personas o momentos significativos de la trayectoria de Pep.

Desde el comedor vacío tras la dolorosa eliminación frente al Atlético de Madrid en el considerado mejor partido de la era germana de Guardiola, a cómo se ensaya un tiro de esquina, la carta de un aficionado, la meticulosa descripción de la remontada frente a la Juventus o el cariño con el que se despidió al míster en Alemania.

A base de crónicas, análisis, datos, citas, reflexiones o entrevistas, Martí Perarnau compone su particular mosaico, que funciona como un sólido bloque y configura un meticuloso retrato del hombre que lo inspira.

Llévate un ejemplar de Pep Guardiola, respondiendo la trivia del final. Por cortesía de Roca Editorial, transcribimos las primeras páginas.

Prefacio

Pep Guardiola no ha leído este libro, como tampoco leyó Herr Pep. Ni lo hizo antes de la publicación, en lo que habría sido un legítimo afán de averiguar lo que se diría, ni lo hizo después, por la curiosidad de saber qué se dice de él. Cierto día, un buen amigo le preguntó en Múnich por esta decisión: “No lo he leído —respondió Guardiola—, ahora no. Lo leeré dentro de quince o veinte años para recordar cómo fue mi etapa en el Bayern”. He aquí un tipo peculiar, que autoriza la entrada en la intimidad del vestuario y el acceso y publicación de toda la información que le rodea, pero que se despreocupa de conocer el resultado final de dicho trabajo. Semejante comportamiento explica mejor al personaje que cualquier montón de palabras que podamos emplear para describirlo.

La influencia que Alemania ha ejercido en Guardiola ha provocado en él una importante metamorfosis que este libro pretende describir con detalle. Ha sido como el cambio que sufre el adolescente cuando abandona la casa paterna para conocer mundo.

Pep Guardiola. La metamorfosis retrata cómo es la nueva versión del entrenador que aterriza en Manchester para afrontar el mayor desafío de su carrera, su tercera etapa como técnico. Si su periodo azulgrana fue eminentemente autobiográfico, pues en él volcó todo cuanto había vivido y aprendido como jugador del Barça y el periodo rojo de Múnich se ha distinguido por la adaptación a una cultura clásica, a la que ha aportado un caudal inagotable de creatividad disruptiva, el periodo azul que se abre en Manchester es un lienzo en blanco y lo afronta siendo alguien muy diferente al que fue en Barcelona y al que ha sido en Múnich, pero sin dejar de ser eminentemente Guardiola.

La primera vez que hablé con él sobre este libro fue el pasado 4 de junio, cuando ya se había despedido oficialmente del Bayern y comenzaba las vacaciones antes de su presentación como entrenador del City.

Como cabía esperar en Pep, no lo vio claro: —Cuando me voy de un sitio, no me gusta reabrir lo vivido. He sido muy feliz en Múnich, me he marchado muy contento y feliz con todas las personas del club, y todo esto ya es pasado. No merece la pena que escribas sobre estos dos últimos años.

Para tratar de convencerlo, le dije la verdad: —En realidad, el libro ya casi está escrito. Lo he ido escribiendo día a día durante los dos años…

—Ah, bueno, entonces quizá no deberías tirarlo a la basura. Haz lo que quieras.

Y así es como han llegado estas letras a la imprenta. Sin que detrás de ellas existiera un proyecto milimétricamente preconcebido, sin que el protagonista las haya leído, y sin que el autor tuviera, hasta el último minuto, la menor certeza de que finalmente cuajarían en forma de libro. El que sigue es el fruto de dos años de trabajo continuado, centenares de entrenamientos y partidos, e innumerables entrevistas y conversaciones, que he intentado condensar en este relato sobre el gran cambio que Múnich ha generado en Pep.

Nada de todo ello habría sido posible sin la actitud amigable del FC Bayern, que tras la publicación de Herr Pep siguió facilitando que el autor accediera a la vida del equipo. Conste mi agradecimiento a todo el club, desde el principal dirigente, Karl-Heinz Rummenigge, hasta el más humilde de los guardias o socios.

Extiendo el agradecimiento a Guardiola y su cuerpo técnico, no solo por abrir todas las puertas incluso en los momentos más delicados o amargos, sino especialmente por la libertad con que me han permitido trabajar todo este tiempo. Su norma ha sido: “Haz lo que quieras”. De este modo, he publicado lo que he querido. Los elogios que escribo me pertenecen. Las críticas que emito también. El lector encontrará catorce capítulos que relatan la metamorfosis vivida por Pep, dentro de los cuales se incluyen cincuenta notas de apoyo que permiten ampliar, comprender o justificar las tesis que se presentan. Recomiendo tener en cuenta la fecha en que está escrita cada nota. Al final de cada capítulo (salvo en el último) también hallará los backstages. Son narraciones de partidos y detalles de tácticas o acontecimientos, organizados de forma cronológica, que se han producido alrededor del escenario principal en el que se ha movido Pep estos años.

El lector puede optar por leer los backstages como prefiera: en el orden natural del libro o al terminar la lectura del mismo, como si se tratara en realidad de otro libro. Como gusten. El autor no ha sido ortodoxo ni canónico en la confección del libro. He combinado perspectivas, he mezclado ópticas y he escrito cuanto me pareció interesante, aun a riesgo de impedir que el texto poseyera un estilo unívoco.

Probablemente, la trayectoria hacia el eclecticismo emprendida por Guardiola habrá influido en esta elección. No es un libro fácil, pues rehúye lo lineal, flirtea con la complejidad y juega con el tiempo y con los tiempos al mezclar fechas y acontecimientos. Pero, al fin y al cabo, la vida del fútbol no es más que esto: ir hacia delante y hacia atrás.

Todos los secretos del famoso ex entrenador del Barcelona. Foto: Especial

Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir. Nicolas Boileau

El camaleón

Las que conducen y arrastran el mundo no son las máquinas, sino las ideas. Victor Hugo

Woody Allen le tendió la mano mientras mostraba esa mueca ácida que luce en muchas escenas de sus películas:

—Bienvenido, Pep, pero creo que la cena te resultará muy aburrida. En esta mesa, el fútbol no nos interesa lo más mínimo…

—Ningún problema, Woody, me encanta el cine. Y, si no, ¿te gusta el baloncesto? Si quieres podríamos hablar de los Knicks…

Y las siguientes dos horas transcurrieron veloces alrededor de unas copas de vino y de los New York Knicks. Pep Guardiola había empleado uno de sus rasgos más desconocidos: la adaptación al entorno. Si bien su imagen pública es la de un dogmático inquebrantable y feroz, en realidad es un camaleón dúctil y versátil que se adapta al paisaje y las circunstancias. Si no se puede conversar de fútbol porque al anfitrión le aburre, se habla de baloncesto y más concretamente de los Knicks y su duro porvenir, aunque Pep sea en privado un admirador de Gregg Popovich.

Adaptación. He aquí el rasgo desconocido de Guardiola. Adaptación a los jugadores, al contexto, al oponente y a las circunstancias. Alemania le ha obligado a extraer de su interior esta característica poco empleada en su carrera como entrenador. Adaptarse para ser capaz de imponer su propuesta. Adaptarse como un camaleón. No sobreviven los más fuertes ni los más inteligentes, sino aquellos que mejor se adaptan.

Si en el Barcelona se impuso por convicción, en Alemania lo ha hecho por adaptación. No imaginábamos que este pudiera ser uno de sus motores internos, pues pensar en Guardiola era pensar en pasión, ambición competitiva, talento y convicciones, pero no en eclecticismo y adaptabilidad. Sus ideas de juego eran tan firmes y potentes que parecían rígidas e inamovibles, es decir, dogmáticas, pero para sobrevivir en Alemania ha tenido que mimetizarse con el entorno y adquirir una flexibilidad inesperada.

Solo dejando de ser él podía seguir siendo él.

—Creo que ahora soy mejor entrenador. He aprendido mucho aquí y me será muy útil para los siguientes pasos. Creí que podía implantar el juego del Barça y lo que he hecho en realidad ha sido sintetizar el juego que yo traía con el que ya tenían ellos [los jugadores del Bayern]. Ha sido una síntesis magnífica.

Mejor entrenador significa en este caso más ecléctico. Por una parte, se ha radicalizado y es más cruyffista que nunca, aunque en el sentido integrador del fútbol total neerlandés, y al mismo tiempo se ha “alemanizado”, absorbiendo una cultura diferente de juego hasta conseguir combinar los fundamentos propios con los adquiridos en Múnich. Finalmente, Pep no implantó el fútbol de Cruyff en casa de Beckenbauer como pretendía al principio, sino que hizo algo mejor y más inteligente: mezcló el juego de Cruyff con el de Beckenbauer, y de la combinación surgió un juego híbrido que sintetiza las principales virtudes de ambas filosofías.

Cuando, tras el fallecimiento de Cruyff en marzo de 2016, se le preguntó a Pep qué puede hacer el mundo del fútbol por Johan respondió llanamente: “Hay que hacerle caso”. El capitán Philipp Lahm (su escudero fiel en el Bayern y su prolongación en el campo) añadió: “La idea de Cruyff era, literalmente, jugar al fútbol. Ni más ni menos. Su idea no se basaba en el control del oponente, sino en el control de la pelota y del juego. Y esto es lo que hemos hecho en el Bayern de Pep”.

Y Domènec Torrent, el segundo entrenador, realizó la conexión final: “Pep es hoy la síntesis entre el Barça de Cruyff y todo lo que hemos aprendido en casa de Beckenbauer”.

Pep es ahora mismo un entrenador ecléctico que se aproxima a la integración de modelos de juego, al fútbol total si lo entendemos como un fútbol fluido, un fútbol “líquido·. Slaven La Bilic, el exjugador y hoy magnífico entrenador del West Ham, pronosticó que “la próxima revolución táctica será la muerte del esquema” y Guardiola se va acercando al umbral de dicha revolución: “No importan los sistemas de juego, importan las ideas”, dice.

Guardiola es hoy mejor entrenador y es así aunque no haya conseguido el pleno triunfo en Múnich, no lo olvidemos. No ha logrado reeditar el triplete con el Bayern, ni tampoco conquistar la preciada Champions League, la “competición de la irregularidad”, ni siquiera alcanzar esa final. Ha ganado siete títulos con el Bayern, entre ellos tres ligas consecutivas, el campeonato de la regularidad, pulverizando todos los récords históricos del fútbol alemán y sobre todas las cosas ha llevado al equipo a desplegar un juego delicioso, dominante y policromático, pero su obra de arte no se ha visto culminada con el éxito absoluto y clamoroso.

Cuando en Alemania calificaron su obra como “inacabada”, estaban en lo cierto desde el punto de vista de los trofeos. Es así, es una verdad palmaria: no pudo ganar todos los títulos, pero impuso completamente su concepto del juego. Como resume Uli Köhler, periodista alemán de Sky Deutschland: “Deja algo especial. Deja un fútbol para el recuerdo. Deja un estilo de fútbol que el Bayern nunca volverá a jugar y que los aficionados no volverán a ver nunca más”.

“HE SIDO MUY FELIZ”

Doha, 5 de enero de 2016

Guardiola ya ha anunciado que se va del Bayern. Marco Thielsch, hincha del club, envía este mensaje para que se lo haga llegar a Pep: Todavía estoy muy triste por su decisión de no renovar, aunque debo decirle que usted nunca nos ha decepcionado. Usted siempre ha dicho que es consciente de ser solo una pequeña parte de la historia del club. Soy fan del Bayern desde hace más de treinta años y quiero decirle que las cosas nunca han sido tan hermosas como en estos últimos dos años y medio. Nunca he visto a mi Bayern jugando un fútbol tan hermoso y no puedo explicarle la cantidad de momentos maravillosos que usted y el equipo me han regalado. Hay tantos momentos excepcionales y he sido tan feliz viendo a mi equipo jugando así que he derramado muchas lágrimas de alegría. Por esa razón, cuando usted dice que, si no gana la Champions League, muchos dirán que su misión ha quedado incompleta, también debo decirle que hay mucha gente como yo que no ve las cosas de esa manera. Quiero ganar, claro que sí. Pero quiero ganar precisamente por la manera de jugar fútbol que practicamos con Pep. Quiero ganar por este estilo de juego. No puedo describir con palabras lo mucho que esta manera de jugar significa para mí. Pero incluso si no ganamos, su legado será tan grande que nunca olvidaré estos momentos increíbles durante el resto de mi vida. Y tengo que decirle además que como persona usted es realmente una gran inspiración para mí. Gracias también por eso. Vamos a disfrutar el último medio año todos juntos.

Pep leyó emocionado el mensaje de Marco Thielsch:

—Solo por provocar en un aficionado estas emociones con el juego del equipo ya habrá valido la pena todo el trabajo…

La suya ha sido una “sinfonía inacabada” en cuanto a la vitrina de trofeos, lo que nos conduce a un paralelismo ineludible. La mayor derrota de Cruyff también tuvo lugar en Múnich, cuando perdió la final del Campeonato del Mundo de 1974, justo ante Beckenbauer, pero es igualmente obligado destacar que aquella derrota acabó convirtiéndose en una de las grandes victorias de Cruyff: perdió el trofeo, sí, y la suya también fue una sinfonía inacabada, pero ganó el reconocimiento mundial por el juego de su equipo, la Naranja Mecánica, en una de las tantas paradojas que nos ofrece el fútbol. ¿Sucederá lo mismo con Pep, su hijo? ¿Se transformará el trofeo no ganado por Pep en Múnich, en este caso la Champions no conquistada, en una futura victoria de Guardiola en forma de reconocimiento por el juego que practicó su Bayern? No podemos saber con precisión en qué grado habrá influido Pep en la evolución futura del juego alemán, pero todos los indicios apuntan a que su influencia habrá sido contundente y significativa.

El arquitecto catalán Miquel del Pozo, infatigable divulgador de la pintura en las redes sociales, encuentra un paralelismo fascinante entre la experiencia del mediterráneo Guardiola en Alemania y la que vivieron los pintores alemanes en Italia, en ambos casos como exportadores de una técnica muy específica: “Los pintores y artistas germanos y neerlandeses (los pintores flamencos), siguiendo la ruta tomada por Alberto Durero, llevaron a Italia la técnica de la pintura al óleo y esa técnica tuvo una influencia decisiva en el desarrollo posterior de la pintura italiana”. Y, en paralelo, se produjo el efecto inverso: “Hubo un antes y un después del viaje a Italia de los artistas germánicos, porque descubrieron un mundo nuevo. Goethe vive una fascinación cuando descubre Italia y Winckelmann cuando hace lo propio con Grecia. Durero es un gran dominador de la pura técnica germana, pero también se produce la influencia inversa: cuando descubre la luz y la sensibilidad italiana, Durero se transforma. Me recuerda a la fascinación que ha sentido Pep en Alemania y la que muchos alemanes han sentido por Pep”.

Domènec Torrent tampoco tiene dudas al respecto: “Pep deja un gran legado en Alemania. En forma de juego, de ideas, de versatilidad y de talante. Karl-Heinz Rummenigge lo ha explicado con mucha precisión: cuanto más tiempo transcurra, más se percibirá el gran trabajo que ha hecho en el Bayern. No te puedes imaginar la cantidad de entrenadores alemanes que nos han contactado en los últimos meses y nos han transmitido esta misma valoración: la enorme riqueza futbolística que deja Pep en Alemania”. El analista alemán Tobias Escher lo describe así: “Antes de que Guardiola llegara a Alemania, nadie conocía aquí el concepto del juego de posición”.

Aunque haya logrado menos trofeos en Múnich que en Barcelona (14 de 19 en el Barça, 7 de 14 en el Bayern), Guardiola se siente mejor entrenador en 2016, cuando llega a Manchester, que en 2012, cuando abandonó el Barça. ¿Por qué? “Soy mejor entrenador porque antes lo montaba todo para llegar hasta Messi y luego Messi resolvía, pero en Alemania he necesitado pensar en más opciones; este jugador debe ir a esta zona, este otro por detrás de él, etc. He necesitado meterme hasta la cocina, y esto te hace mejorar.”

Ha aprendido a adaptarse a contextos complejos y hostiles, ha superado una sucesión de adversidades sin fin, ha resistido dificultades a las que no estaba acostumbrado y ha enriquecido sus capacidades como entrenador y su versatilidad gracias a la inmersión realizada en la Bundesliga. El fútbol alemán le ha cambiado, tal como advertía Lorenzo Buenaventura, su preparador físico, a los pocos meses de llegar a Múnich, en unas palabras premonitorias: “Pep está cambiando al Bayern y Alemania está cambiando a Pep”.

El hombre que en julio de 2016 aterriza ilusionado y lleno de entusiasmo en Manchester es más resistente y maduro que el que apareció en Múnich en junio de 2013. Su dimensión también es mucho más humana, menos idealizada. Ya no es un técnico elevado a los altares, casi divinizado, exageradamente divinizado. Alemania ha expuesto sus defectos y esto lo convierte en alguien menos perfecto y más terrenal.

Su metamorfosis se muestra en el contraste de dos imágenes que ilustran la distancia que hay entre el Pep que llegó a Múnich y el Pep que se marchó de la capital bávara. La imagen del 24 de junio de 2013 en Múnich fue la de un Pep impecablemente vestido con un traje de color gris, corbata granate, chaleco de seis botones, camisa de cuello italiano, pañuelo blanco en el bolsillo superior y zapatos brillantes. Era un Pep ungido de glamour, rodeado de la cúpula dirigente del Bayern, casi la imagen de una poderosa corporación multinacional. Un look que parece diseñado para una sesión de fotografía publicitaria. Una imagen impecable y elegante. Era luz, brillo, perfección.

La imagen del 3 de julio de 2016 en Manchester es la de un Pep vestido de manera informal, con una camiseta gris de manga corta, pantalones vaqueros, zapatillas deportivas y una americana también deportiva de la que se despoja cada vez que puede. Es el look de un hombre moderno, relajado, de espíritu deportivo, y también el de alguien que quiere empezar a trabajar de inmediato. No se ha afeitado, como si tuviera prisa por afrontar ya el gran desafío que le espera en Manchester. Es una imagen que expresa energía, decisión y convencimiento, pero también normalidad y naturalidad, y que lo conecta con el aficionado en la línea que expresaba el concepto elegido por el club: “A new era begins” (Empieza una nueva era).

DANKE PEP

Múnich, 22 de mayo de 2016

En el balcón del ayuntamiento, se festeja un nuevo doblete, el segundo de Pep. Tras conquistar la cuarta Bundesliga consecutiva, ayer ganó la Copa en Berlín, en el último partido de Guardiola con el Bayern. Todos han dormido poco. Vemos a Pep vestido con pantalón de chándal y una simple camiseta blanca con el lema «Double» (Doblete). No se ha afeitado y brinda con un vaso de vino blanco (herejía) en la patria de la cerveza infinita. Es un Pep terrenal, rodeado de sus colaboradores y jugadores, la imagen de un equipo unido. Es la imagen de un Pep próximo, agradecido y emocionado. Una imagen de normalidad y naturalidad. Alemania ha cambiado también el look de Pep, en las antípodas del que llegó tres años atrás. En Marienplatz, donde se festeja el doblete, un aficionado se ha pintado en su torso desnudo un enorme “Danke Pep” (Gracias, Pep).

La reacción ante las adversidades superadas y la resiliencia que ha precisado para perseverar frente a los numerosos obstáculos que han surgido en estos tres años le confieren una dureza de la que carecía. Ha aprendido de los tropiezos y ha conseguido llegar hasta el final de la etapa bávara sin padecer un excesivo desgaste.

Guardiola se marchó de Múnich sonriente y feliz, sin ninguna factura pendiente, abrazado a sus jugadores y también al club bávaro, tanto a los dirigentes como a los aficionados, que le dieron formidables muestras de cariño. Si el éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor, como explica Benjamin Zander en sus espléndidas conferencias, los jugadores que dejó en Baviera sienten que su entrenador alcanzó un gran éxito y así se lo expresaron durante las largas y emotivas despedidas, en la privacidad del vestuario de Säbener Strasse.

En Múnich, Pep ha tomado buenas lecciones: ha aprendido a decir que no (una virtud de la que carecía), ha cometido errores y de todos ellos ha intentado extraer enseñanzas, ha sabido limitar su tiempo a tres años sin prolongarlo a una cuarta temporada asfixiante (como en Barcelona) y ha gestionado mejor las energías, por lo que no precisa ningún año sabático, ningún parón para recargar la batería. Ha podido viajar directamente de Múnich a Manchester sin estación intermedia, apenas con unas ligeras vacaciones para recorrer su querido Nueva York con la familia y presenciar las finales de la NBA. Si Pep necesitaba madurar como entrenador, Alemania le ha facilitado este proceso a golpes de realismo.

Cuando el Bayern anunció cerca de Navidad que Pep no renovaría contrato, se desató en los medios de comunicación alemanes un vendaval contra el entrenador, sin que resultara demasiado relevante el motivo concreto de cada ventolera, un día porque no jugaba Lewandowski, otro día porque no jugaba Müller, otro porque no lo hacía Götze. Sencillamente, Guardiola se iba del club, lo que le convertía en la diana perfecta bajo cualquier pretexto. Por dos vías se le hizo llegar al entrenador una propuesta que define el contexto real en el que se encontraba: si accedía a conceder una entrevista individual a un poderoso medio de gran tirada, a cambio recibiría protección ante las críticas…

En sus últimos meses en Múnich recibió muchos reproches por no ganar la Champions League, sobre todo desde la prensa sensacionalista, aunque en general por parte de aquellos que durante estos años se mostraron poco interesados en el juego propiamente dicho. La comprensión del juego no es una tarea sencilla, reconozcámoslo. El fútbol contemporáneo ha alcanzado una elevada complejidad y para comprender todos los fenómenos que ocurren dentro del césped es conveniente acercarse con la mente abierta, sin apriorismos y con actitud humilde. Esto es tan válido para el modelo de fútbol que propone Guardiola como para otro tan antagónico como el que practica Ranieri en el Leicester. Si no se realiza un mínimo esfuerzo por comprender el juego, los análisis acaban siendo desalentadoramente superfluos, con lo que se acaba recurriendo a aspectos totalmente ajenos al propio juego. Basta ojear a diario la prensa para certificarlo.

Sin embargo, la creatividad es imprescindible en el fútbol y no me refiero al gesto creativo del futbolista, que por supuesto es una de las esencias de este deporte, sino a la mentalidad innovadora del entrenador. La creatividad, según afirma Ken Robinson, el gran educador y escritor británico: “no es un conjunto extravagante de actos expresivos, sino la forma más elevada de expresión intelectual”. Se puede alegar que el fútbol pertenece únicamente al ámbito físico y técnico, y que no posee apenas ninguna dosis de intelecto, pero me permito rebatir semejante alegación: el fútbol son ideas (además de gestos técnicos y otros muchos factores). La ideología, entendida como la proposición que presenta un entrenador o un equipo, ha sido uno de los grandes impulsos mediante los que ha evolucionado el fútbol. Hace pocos meses leí una interesante reflexión de Raymond Verheijen, entrenador neerlandés: “En el mundo del fútbol, la mayoría de la gente quiere proteger el statu quo tradicional porque tiene miedo de equivocarse. Es una subsociedad primitiva en la que no se tolera la crítica y donde la gente prefiere preservar y defender las ideas establecidas. Al mundo del fútbol no le gustan las personas que cuestionan a los demás porque eso les incomoda, y a nadie le gusta estar incómodo. Obviamente, en el fútbol todavía faltan por hacer muchas cosas de manera inteligente”.

La innovación en las ideas que se proponen y manejan está en la base del desarrollo del juego, del mismo modo que «la ciencia se ha cimentado sobre un pensamiento rico, original y creativo unido al entendimiento crítico», dice Ken Robinson. Debemos reconocer, no obstante, que el concepto de creatividad tiene muy mala imagen dentro del fútbol porque estamos ante un mundo…

Martí Perarnau, autor de Herr Pep. Foto: Especial

¿Quién es Martí Perarnau?(Barcelona, 1955) participó en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 en salto de altura, especialidad en la que fue campeón y récord para España en todas las categorías. Dirigió las secciones deportivas de varios periódicos y también la de Televisión Española en Cataluña, donde creó el programa Estadio 2. Hace más de veinte años que se dedica, también, al mundo de la gestión, primero como director del centro principal de prensa de los Juegos de Barcelona 1992 y, posteriormente, ya en Madrid, como director general de empresas audiovisuales. Actualmente dirige su propia productora de publicidad. Ha publicado Senda de campeones, dedicado a La Masía del FC Barcelona, y Herr Pep, traducido a catorce lenguas.

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1.¿Quién es el autor del libro?

2.¿Cómo llaman a Guardiola en Alemania?

3.¿De dónde es entrenador ahora Pep Guardiola?

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